En el Centro Norte de Quito, la presencia de un laboratorio médico ha llamado la atención entre los ciudadanos pues su arquitectura que, en ocasiones, no logra acoger el flujo de usuarios que acuden en busca de atención y de sus acompañantes, ha provocado que la dinámica del sector tenga un comportamiento particular.
La insuficiencia de espacios de espera
Existen ciertos días que, desde las primeras horas de la mañana, para quienes transitan con frecuencia por el sector, el panorama frente al laboratorio médico muestra una excesiva concurrencia de personas, afluencia que sale de lo normal.
Los usuarios para ser atendidos, de forma ordenada esperan en hileras su turno en las aceras, y se puede apreciar que sus acompañantes se mantienen en los exteriores del laboratorio.
Probablemente, las instalaciones del laboratorio, al no prever el número excesivo de acompañantes, carecen de un espacio adecuado para que estos esperen cómodamente.
La situación se agrava, forzando a los familiares y amigos a ocupar áreas inapropiadas y peligrosas, como las gradas de un puente peatonal o el estrecho parterre adyacente.
El uso del espacio público
El espacio público debería ser una extensión del bienestar comunitario, proporcionado para el uso de todos los ciudadanos. Sin embargo, la presencia de este laboratorio ha forzado a los acompañantes a utilizar áreas que no están diseñadas para tal fin. Las gradas de un puente peatonal, aunque parecen una solución temporal, no sólo son incómodas, sino que pueden convertirse en un foco de riesgo si no se toma en cuenta la seguridad de los usuarios.