El rol del arquitecto en un mundo de algoritmos
Por siglos, la arquitectura ha sido una práctica de autor. Grandes nombres como Palladio, Le Corbusier o Zaha Hadid dejaron su huella en la disciplina, no solo por sus obras, sino porque cada una reflejaba su visión personal. Hoy, esta idea está cambiando. Con la llegada de herramientas de diseño generativo, inteligencia artificial y fabricación digital, el proceso de creación arquitectónica ya no depende únicamente del arquitecto.
Los algoritmos pueden diseñar estructuras, distribuir espacios e incluso optimizar edificios antes de que alguien los imagine y posteriormente los diseñe. Por lo tanto, vivimos en una época donde es inevitable plantearnos la siguiente pregunta: ¿sigue existiendo la autoría en la arquitectura cuando el diseño ya no nace sólo de la mente de un arquitecto, sino de un proceso automatizado?
De la creatividad humana a la transición algorítmica
El arquitecto tradicionalmente ha sido visto como un creador, pero hoy, herramientas como Grasshopper pueden generar cientos de variaciones de un diseño en segundos, mientras que modelos de IA (inteligencia artificial) como Midjourney o Stable Diffusion producen imágenes arquitectónicas con rapidez y precisión, por lo que se han convertido en parte del flujo de trabajo de oficinas como Zaha Hadid Architects –liderada ahora bajo la visión de Patrick Schumacher–. Incluso temas de mayor complejidad por la cantidad de variables a considerar, como la planificación urbana, cuentan con herramientas para optimizar tiempos de trabajo. Empresas como LookX en China usan un software desarrollado por ellos mismos, para generar ciudades enteras, optimizando distribución y circulación, sin intervención humana.
Para Mario Carpo, historiador y teórico de la arquitectura en The Bartlett School of Architecture (UCL) e investigador de diseño computacional y teoría de la representación arquitectónica, “los arquitectos ya no dibujan objetos; programan procesos”1. Este cambio redefine la autoría: si el diseño es producto de cálculos y algoritmos, ¿quién es realmente el autor?Si antes el arquitecto tomaba decisiones basadas en estudio, experiencia e intuición, ahora los algoritmos pueden evaluar estructura, eficiencia energética y distribución espacial sin intervención humana.
¿El arquitecto seguirá diseñando o se limitará a seleccionar y desarrollar a partir de opciones generadas por una máquina?
Para Gilles Retsin –arquitecto y teórico que investiga el diseño computacional, la fabricación digital y los sistemas que él define como discretos en arquitectura–, el arquitecto debe adoptar una mentalidad de programador en lugar de aferrarse al diseño tradicional.2 Su argumento sugiere que la creatividad no se pierde, sino que cambia de forma: ahora radica en escribir los algoritmos que generan arquitectura. Si esto es cierto, entonces ¿ser arquitecto significa ser programador?
Arquitectura sin arquitectos
Algunos comparan este cambio con lo que ocurrió en la música o la fotografía con la digitalización: antes eran campos exclusivos de expertos, pero ahora cualquiera con acceso a tecnología puede crear. ¿Podría pasar lo mismo con la arquitectura?
Si la IA optimiza materiales, costos y distribución con una precisión que podríamos argumentar en ciertos casos como superior a la humana, ¿se convertirá la arquitectura en un servicio automatizado? O más inquietante aún, si el diseño es generado por procesos algorítmicos, ¿puede un edificio seguir teniendo una identidad cultural o simbólica?
Finalmente, el diseño generativo y la inteligencia artificial han transformado el oficio, que obliga a replantear el papel del arquitecto. ¿Estamos ante una nueva era de adaptación, o ante el fin de la disciplina tal como la conocemos?.
Quito: entre la urgencia y el algoritmo
En una ciudad como Quito, marcada por la expansión informal, la escasez de datos confiables y una débil articulación entre planificación y ejecución, hablar del arquitecto como programador puede parecer ajeno o incluso utópico.
Sin embargo, quizás sea precisamente en este contexto donde dicha figura cobre mayor relevancia. En ciudades como Londres o Shenzhen ya se están ensayando planes piloto de diseño generativo urbano basados en inteligencia artificial, donde arquitectos e ingenieros programan sistemas que anticipan, proyectan y optimizan la vida urbana. La pregunta para nosotros no es si estas herramientas son o no factibles en Quito, sino cómo comenzaremos a construir el marco necesario institucional, cultural, técnico para hacerlas relevantes y útiles en nuestro propio entorno. Si el arquitecto contemporáneo no solo diseña, sino que también estructura procesos, modela datos y configura sistemas complejos, su rol podría ser clave para enfrentar problemas que trascienden la escala del objeto construido.
En lugar de replicar modelos foráneos, el arquitecto-programador en Quito tendría el desafío de desarrollar lógicas específicas para entornos fragmentados, sensibles a lo social, adaptadas a la informalidad y capaces de procesar múltiples variables locales. Tal vez la verdadera innovación no radique únicamente en la tecnología, sino en cómo y desde dónde decidimos aplicarla.
REFERENCIAS:
- Carpo, M. (2017). The second digital turn: Design beyond intelligence. MIT Press.Retsin, G. (2019).
-Discrete computational architecture: Towards a new logic of design and making. UCL Press.